A través de un comunicado oficial, la Organización Mundial de Salud insta a adoptar políticas para proteger a los niños, jóvenes y a los no fumadores, prevenir el consumo de cigarrillos electrónicos y reducir todo lo posible los efectos de estos productos en la salud de las personas. No solo se ha demostrado que los cigarrillos electrónicos no ayudan a abandonar el tabaquismo a nivel poblacional, sino que hay pruebas alarmantes de sus perjuicios para la salud.
Asimismo, los fabricantes de tabaco que lucran con la salud de los consumidores están utilizando estos productos más novedosos para sentarse en la mesa de toma de decisiones con los gobiernos, con el fin de hacer lobby en contra de las políticas de salud. Estas empresas financian estudios para generar pruebas falsas de que estos nuevos productos reducen los daños para la salud, y las distribuyen ampliamente. Paralelamente, promocionan de forma agresiva los cigarrillos electrónicos entre los niños y los no fumadores, y siguen vendiendo miles de millones de cigarrillos.
Tedros Adhanom Ghebreyesus, Director General de la OMS, ha explicado que "los niños están siendo reclutados y atrapados a una edad temprana para usar cigarrillos electrónicos y podrían quedar enganchados a la nicotina. Las autoridades nacionales deben actuar con firmeza para prevenir el consumo de estos productos y proteger así a sus ciudadanos, sobre todo a los niños y los jóvenes".
El consumo de cigarrillos electrónicos es mayor entre los niños de 13 a 15 años que entre los adultos en todas las regiones de la OMS. Por ejemplo, en Canadá, se duplicó entre los jóvenes de 16 a 19 años entre 2017 y 2022, y en Inglaterra (Reino Unido) se ha triplicado en los tres años más recientes.
Por su parte, Ruediger Krech, Director del Departamento de Promoción de la Salud de la OMS, ha señalado que "las empresas y los influencers promocionan entre los niños cigarrillos electrónicos con más de 16 000 sabores distintos a través de las redes sociales. En algunos casos se utilizan personajes de dibujos animados y diseños elegantes que atraen a la generación más joven. El consumo de cigarrillos electrónicos entre los niños y los jóvenes está creciendo de forma alarmante y, en muchos países, llega a niveles superiores a el de los adultos".
Los cigarrillos electrónicos se han introducido en el mercado y se están promocionando de manera agresiva dirigida a los jóvenes. En la actualidad, 34 países prohíben su venta, 88 países no han establecido una edad mínima para comprarlos y 74 carecen de normativas sobre estos productos nocivos.
Los cigarrillos electrónicos con nicotina son perjudiciales para la salud y muy adictivos. Aunque no se conocen del todo sus efectos a largo plazo en la salud, se ha demostrado que liberan sustancias tóxicas que son cancerígenas o que aumentan el riesgo de sufrir trastornos cardiacos y pulmonares. Además, pueden afectar al desarrollo del cerebro y causar trastornos del aprendizaje en los jóvenes. Se sabe también que la exposición del feto a los cigarrillos electrónicos que utiliza la madre puede perjudicar su desarrollo. Incluso en la calle, cualquier transeúnte puede sufrir los efectos de las sustancias que emiten estos productos.
Toda exposición a material promocional de los cigarrillos electrónicos en las redes sociales, por breve que sea, puede generar el deseo de probarlos y actitudes positivas hacia ellos. Los estudios muestran sistemáticamente que los jóvenes que consumen cigarrillos electrónicos tienen casi tres veces más probabilidades de fumar cigarrillos posteriormente.
Los países que prohíben la venta de cigarrillos electrónicos deben velar por que se cumplan las normativas que así lo establecen y por hacer un seguimiento y una vigilancia que ayude a aplicarlas estrictamente y a introducir medidas de salud pública.
Los países que permiten comercializar cigarrillos electrónicos como artículos de consumo (es decir, venderlos, importarlos, distribuirlos y fabricarlos) deben aplicar una reglamentación estricta para que resulten menos atractivos y menos nocivos para la población, por ejemplo, prohibiendo que incorporen sabores, limitando la concentración y la calidad de la nicotina y gravándolos con impuestos.
Las estrategias utilizadas para la cesación tabáquica deben basarse en las mejores pruebas de eficacia disponibles, aplicarse paralelamente a otras medidas de control del tabaco y deben ser objeto de seguimiento y evaluación. Sobre la base de las pruebas disponibles en la actualidad, no se recomienda que las autoridades nacionales autoricen la venta de cigarrillos electrónicos como productos de consumo para dejar de fumar.
Cualquier autoridad pública que aplique una estrategia de cesación basada en el uso de cigarrillos electrónicos debería supervisar las condiciones clínicas en las que se accede a estos productos y regularlos del mismo modo que los medicamentos (en particular, exigiendo una autorización de comercialización como medicamentos). La decisión de usar estos productos en estrategias de cesación, incluso si se hace de forma controlada, solo debería tomarse tras valorar el riesgo de habituación a ellos y examinar la situación del país, y después de agotar las demás estrategias de cesación de eficacia demostrada.