31 ago 2023

EE.UU registró un pico histórico de consumo de marihuana, alucinógenos y de abuso de alcohol

Según el estudio Monitoreando el Futuro (Monitoring the Future, MTF), encuesta anual sobre uso de sustancias y actitudes entre adultos de 19 a 60 años financiado por el Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas (NIDA), entre los adultos más jóvenes de 19 a 30 años, los informes de consumo de marihuana y alucinógenos en el último año, así como de vapeo de marihuana y nicotina, aumentaron significativamente en los últimos cinco años.

Con respecto al consumo excesivo de alcohol, si bien el mismo ha disminuido en general durante los últimos diez años entre los adultos más jóvenes, los adultos de 35 a 50 años informaron la prevalencia más alta de consumo excesivo de alcohol jamás registrada para este grupo de edad.

Los datos para la encuesta de adultos se recopilaron a través de encuestas en línea y en papel, desde abril de 2022 hasta octubre de 2022. Los investigadores dividieron los datos en dos tramos de edad para realizar análisis de tendencias: de 19 a 30 años y de 35 a 50 años.

Para la directora del NIDA, Nora Volkow, "comprender estas tendencias es un primer paso y es crucial que la investigación continúa iluminando cómo el uso de sustancias y los impactos relacionados con la salud pueden cambiar con el tiempo. Queremos asegurarnos de que las personas, desde las primeras hasta las últimas etapas de la edad adulta, cuenten con conocimientos actualizados para ayudar a fundamentar las decisiones relacionadas con el uso de sustancias”.

 Los hallazgos clave del MTF incluyen:

Marihuana: Para los adultos de 19 a 30 años, los porcentajes de aquellos que informaron haber consumido marihuana en el último año y haber consumido marihuana diariamente alcanzaron los niveles más altos jamás informados por el estudio. Aproximadamente el 44% de los encuestados en 2022 dijo haber usado marihuana en el último año, un aumento con respecto a cinco años atrás (35% de 2017) y 10 años (28% en 2012). El consumo diario de marihuana también alcanzó su nivel más alto reportado (11%), que fue mayor que hace cinco años (8% en 2017) y hace 10 años (6% en 2012). Los informes sobre el consumo de marihuana en el último año entre adultos de 35 a 50 años también alcanzaron un máximo histórico en 2022 (28%), duplicando el registro de hace 10 años (13% en 2012).

Vapeo: El 21% de los adultos de 19 a 30 años reportaron vapeo de marihuana durante el año, contra 19% del 2021. El vapeo de nicotina en el último año entre este grupo de adultos más jóvenes también alcanzó un máximo histórico en 2022 (24%), casi el doble de la tasa reportada hace cinco años en 2017 (14%), cuando se agregó la medida por primera vez. Entre los adultos de 35 a 50 años, los informes de vapeo de marihuana en el último año se mantuvieron en niveles similares (9% en 2022) desde 2019.

Alucinógenos: Entre los adultos de 19 a 30 años, el 8% informó haber consumido alucinógenos en el último año, significativamente más que hace cinco años (5% en 2017) y que hace 10 años (3% en 2012). Los tipos de alucinógenos informados por los participantes incluyeron LSD, MDMA, mescalina, peyote, hongos o psilocibina y PCP.  Entre adultos de 35 a 50 años, el consumo de alucinógenos en el último año alcanzó una prevalencia históricamente alta  duplicando el 2% del 2021.

Alcohol: Durante la última década, las tasas de consumo de alcohol (incluido el consumo en el último mes, el consumo diario y el consumo excesivo) han mostrado una tendencia general a la baja en adultos de 19 a 30 años. El consumo de alcohol en el último año aumentó ligeramente para este grupo de edad en 2022 (84%) en comparación con hace cinco años (82% en 2017). Por otra parte, el consumo de alcohol entre adultos de 35 a 50 años ha mostrado un aumento gradual en los últimos 10 años. El consumo excesivo de alcohol en este grupo de mayor edad también alcanzó sus niveles más altos (29 % en 2022 vs. 26% en 2021; 25% en 2017; 23% en 2012).

“Los comportamientos y la percepción pública sobre el consumo de drogas pueden cambiar rápidamente, según la disponibilidad de drogas y otros factores. Es importante realizar un seguimiento de esto para que los profesionales de la salud pública y las comunidades puedan estar preparados para responder”, explicó Megan Patrick, profesora de la Universidad de Michigan e investigadora principal del estudio MTF. 

Desde 1975, el estudio Monitoreando el Futuro (Monitoring the Future, MTF) ha estudiado anualmente los comportamientos y actitudes sobre el uso de sustancias entre muestras representativas a nivel nacional de estudiantes de octavo, décimo y duodécimo grado. El estudio longitudinal del MTF realiza encuestas de seguimiento en un subconjunto de participantes después del 12º grado para rastrear su consumo de drogas hasta la edad adulta. Después de la secundaria, los participantes son seguidos cada dos años hasta los 30 años, luego cada cinco años, y los participantes de mayor edad ahora tienen 60 años.

Compartir

25 ago 2023

Alertan sobre los riesgos de la exposición prenatal a la marihuana


A diferencia de lo que sucede con el conocimiento que se tiene sobre consumo de tabaco o de alcohol durante el embarazo, y los efectos negativos sobre la salud del feto o del neonato, los esfuerzos para advertir contra el uso de cannabis durante el embarazo están rezagados. Pero a medida que continúa acumulándose la evidencia de los efectos nocivos del consumo prenatal de esta sustancia, esta temática debe ser puesta de forma urgente a los efectos de generar conciencia pública, orientación médica y políticas públicas por parte de los gobiernos. 

Hace tiempo que en Argentina no existen estadísticas oficiales sobre uso de marihuana. El último informe de prevalencias en población general data del año 2017. Pero la evidencia empírica permite aseverar que durante los últimos años, el uso de marihuana durante el embarazo ha aumentado sustancialmente, en gran parte explicado por los cambios normativos que conducen a una mayor disponibilidad, a una menor percepción de riesgo y a una naturalización de su consumo.

Hoy, al amparo del concepto del uso "medicinal", y más allá de posibles patrones de dependencia previos, muchas personas acuden al cannabis para aliviar los síntomas de las náuseas, el insomnio, el dolor y el estrés durante el embarazo. Pero a pesar de los avances en la investigación y los cambios en las prácticas de salud pública, sigue existiendo una brecha significativa en el conocimiento sobre los efectos del consumo de cannabis y los resultados de salud perinatal.

Hasta el momenot se sabe que la exposición al cannabis en el útero está relacionada con resultados adversos entre los hijos, incluidos los pequeños para la edad gestacional, los ingresos a la unidad de cuidados intensivos neonatales y el parto prematuro. Además, la exposición prenatal al cannabis también se ha asociado con consecuencias en la infancia, como el trastorno del espectro autista y el trastorno por déficit de atención/hiperactividad, así como síntomas de psicopatología (incluidas experiencias de tipo psicótico, internalización, externalización, problemas de atención y problemas sociales y de pensamiento). El trastorno materno por consumo de cannabis también se ha relacionado con un mayor riesgo de partos prematuros, bajo peso al nacer y muerte dentro del año posterior al nacimiento.

Hallazgos recientes sugieren que el delta9-tetrahidrocannabinol (THC, principal componente psicoactivo del cannabis) puede afectar el transcriptoma (colección de todas las lecturas de genes presentes en una célula) placentario y el epigenoma (conjunto de compuestos químicos en contacto con el ADN, que modifican, o marcan, el genoma) placentario y fetal. El consumo materno de cannabis se asoció con cambios en el transcriptoma placentario como mediador del riesgo de problemas relacionados con la ansiedad en la primera infancia. En estudios en primates, los cambios inducidos por delta-9-THC estaban en genes involucrados en el desarrollo neurológico y el trastorno del espectro autista, lo que proporciona un posible mecanismo subyacente para la expresión génica alterada notificada y las anomalías neuro-conductuales

Aunque la mayor parte de la literatura existente se centra en los efectos del consumo materno de cannabis, existen hallazgos que resaltan la necesidad urgente de comprender mejor las contribuciones del consumo paterno de cannabis antes de la concepción y durante el embarazo.

Datos recientes también muestran que el consumo de cannabis paterno antes de la concepción también puede afectar negativamente la salud reproductiva y los resultados de la descendencia, incluido un menor peso al nacer, un mayor riesgo de aborto espontáneo y el síndrome de muerte súbita del lactante. Además, la exposición paterna al cannabis en humanos, en primates y en ratas está asociada con la metilación alterada del ADN espermático, en genes involucrados en el neurodesarrollo y el trastorno del espectro autista, con potencial transmisibilidad a futuro.

IDea: armmar sabías que? en alta, con el logo mio y el de bitacora, con dato difundible para prevención


Compartir

17 ago 2023

Debaten modificar el código alimentario para incorporar semillas y productos derivados del cáñamo

Con el fin de "fomentar y acompañar el desarrollo de un nuevo sector productivo y en concordancia con las tendencias mundiales en consumo", la Comisión Nacional de Alimentos (CONAL) juntno al Instituto Nacional de Alimentos avanzan en el estudio de una propuesta de inclusión de cada uno de los productos que se obtienen a partir del Cannabis Sativa L., como las semillas de cáñamo y sus derivados (aceite, harina y otros). 

A tal efecto, a mediados de julio se abrió una consulta pública para proponer observaciones al EX-2022-127814310 - APN-DLEIAER#ANMAT. La misma, que no tuvo la debida difusión tratándose de un tema de gran trascendencia, cerró el 12 de agosto con el aporte de diecinueve profesionales y/o instituciones. 

Algunas, como la Federación Argentina de Cannabis y Cáñamo, celebran y acompañan "el cambio de paradigma del enfoque prohibicionista sobre los diferentes usos de la planta de cannabis". Otros activistas apelaron a un revisionismo ancestral en la que"como especie humana, tuvimos una relación intrínseca con la planta de cáñamo (Cannabis Sativa L.). Existen registros arqueológicos de su utilización que se remontan hace diez mil años, siendo una de las primeras plantas que el ser humano pudo domesticar y haciendo posible la agricultura". 

Por su parte, la empresa Ananda Pampa solicitó una redacción de la resolución lo menos restrictiva posible, y que las especificaciones expresadas en el texto cumplan "una función orientativa". Y desde la Cámara Argentina del Cannabis entienden que resulta de suma relevancia proponer la inclusión de las hojas de cáñamo en el proyecto de resolución, "como ingrediente para infusiones de agua, ya sea como componente individual o como parte de mezclas herbales".  

Pero no obstante las cualidades reconocidas de las semillas de cáñamo en cuanto a sus características nutricionales, e incluso del interés manifiesto por parte del presidente de la Agencia Nacional de Cannabis, Francisco Echarren en avanzar en la pronta modificación del código, es escaso el conocimiento científico respecto de sus posibles efectos dañinos, especialmente en lactantes, niños, adolescentes y embarazadas, tal como lo advierten investigadores y agencias reconocidas internacionalmente como la Food and Drug Administration (FDA) de los Estados Unidos. 

"El consumo dietético de estos productos puede conllevar riesgos potenciales para la salud pública, principalmente relacionados con la exposición excesiva a los cannabinoides psicoactivos y no psicoactivos, que pueden estar presentes como contaminantes no deseados; o bien consumirse deliberadamente en cantidades excesivas y potencialmente dañinas", aseguró el toxicólogo Luis Ferrari en su presentación, que fue acompañada por la Mesa Nacional de Organizaciones que Trabajan en Adicciones.

Para el experto, invocando el principio de precaución en ciencia, "debería considerarse un espacio de
investigación más profunda antes de tomar una decisión que podría ser la puerta a un uso indebido,
indiscriminado, que pudiera causar un daño inmediato y mediato.

Para Susana Núñez Montoya, doctora en Ciencias Químicas Farmacéuticas y profesora adjunta en la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad Nacional de Córdoba, la Organización Mundial de la Salud apoya mantener este compuesto químico, sus derivados sintéticos, isómeros y análogos químicos en el listado I de psicotrópicos: "La planta científicamente denominada Cannabis sativa L. no responde a la definición de droga vegetal de uso tradicional, como otras especies que están incluidas en el CAA. Verdaderamente, se trata de una droga vegetal sobre la cual hay que tomar serias precauciones en su utilización como medicamento, y en especial como alimento, a fin de evitar consecuencias adversas en la población, con especial énfasis en la salud pública". La nota de Montoya fue acompañada por una decena de profesionales del campo de la farmacéutica.

La diputada de la provincia de Córdoba, María Rosa Marcone, puso el acento sobre la construcción de las representaciones sociales. Para la legisladora, no se prescribe ninguna regulación respecto a la
publicidad de los alimentos que contengan semillas de Cannabis. "¿Se permitirá utilizar figuras de la planta de marihuana en los envases, por ejemplo? ¿Se analizó cómo eso puede incidir en la representación positiva del consumo de ella en cualquier otra presentación? Al ignorar las graves advertencias que a nivel global se reiteran sobre el uso de esta especie, se banaliza su consumo y se abre la puerta a impactos seguramente no deseados y claramente no previstos", puntualizó.

Otra objeción sobre la que coinciden quienes cuestionan el proyecto es el límite de 1% de delta-9
tetrahidrocannabinol (THC), "autorizadas por la autoridad competente para su uso alimentario”, cuando otras fuentes procedentes de países desarrollados han estipulado un THC no mayor a 0.3%.
Compartir

16 ago 2023

Organización comunitaria advierte sobre el incremento del consumo y venta de drogas en Chascomús

A través de una extensa investigación de campo, la Coalición Comunitaria Chascomús dio a conocer un relevamiento realizado a fines del 2022 en el que se indagó sobre la problemática del consumo de drogas entre menores de 18 años, y otros fenómenos comunitarios asociados. Para casi 6 de cada 10 encuestados, los problemas de inseguridad, consumo y venta de drogas en el barrio donde viven se han agravado en los últimos cinco años. Para el 43% de los adolescentes de Chascomús resulta fácil conseguir marihuana. Y un dato preocupante: la pasta base aparece como sustancia de uso entre los jóvenes.

El informe titulado “Narcomenudeo, inseguridad y consumo de drogas en niños, niñas y adolescentes de Chascomús” da cuenta de la magnitud del consumo de alcohol, tabaco, marihuana y otras drogas ilegales en niños, niñas y adolescentes en edad escolar, determina prevalencias y edades de inicio, e indaga sobre factores de riesgo y protección como accesibilidad, disponibilidad, curiosidad, oferta, grupo de pares, percepción de riesgo e información, ligados al uso de estas sustancias. 

En el estudio estadístico, elaborado bajo supervisión de Coaliciones Comunitarias Antidrogas de América (CADCA por su sigla en inglés), organización líder en los Estados Unidos que trabaja a nivel mundial para crear comunidades seguras, saludables y libres de drogas, el alcohol es la sustancia de mayor consumo entre los menores de 18 años de la ciudad de Chascomús. Alrededor del 67% de quienes contestaron la encuesta dijo haber tomado alguna bebida alcohólica en el último año, y aproximadamente 1 de cada 4 reconoce haberse emborrachado al menos una vez durante el último mes. La bebida más consumida durante esos episodios de ingesta abusiva fue el vodka, seguido por el fernet, lo cual habla de una migración hacia bebidas blancas de alta graduación.

Asimismo, un 22,3% de los adolescentes fumó tabaco durante los últimos 12 meses, y un 16,5% usó marihuana en este período, lo cual sugiere una paulatina migración de los cigarrillos tradicionales hacia los denominados “porros”, o bien un uso mixto. La edad de inicio en el consumo de drogas se ubica, en promedio, entre los 13 y los 14 años de edad, aunque cabe destacar que se detectaron registros por debajo de los 10 años. Y si bien el consumo de otras drogas ilícitas (como la cocaína o la pasta base) no es significativo en términos estadísticos, sí cabe destacar que los estudios en población escolarizada, desarrollados por la Municipalidad de Chascomús en 2017 y 2019 , no registraban consumo de paco por entonces. 

Con respecto a la percepción de riesgo, el consumo ocasional de alcohol es considerado inocuo por el 30% de los encuestados. El uso experimental u ocasional de marihuana no es visto como de gran riesgo, y un 15% de los encuestados cree que fumar marihuana alguna vez es inocuo. Y con respecto a la dimensión “accesibilidad”, los resultados indican que para el 83% de los encuestados resultaría fácil conseguir alcohol (droga legal cuyo expendio está prohibido por ley a menores de 18 años). Para el 43% de los adolescentes es fácil conseguir marihuana.

El entorno social analizado a partir del grupo de pares y del rol de los padres constituye otro factor de riesgo o de protección, según se configura en sus extremos. Las respuestas indican que 2 de cada 10 adolescentes creen que sus amigos demostrarían una actitud de indiferencia frente al consumo de marihuana. Pero a diferencia de la dimensión anterior, 9 de cada 10 adolescentes percibe que sus padres sí reprocharían el consumo de drogas ilegales en general.

Atento al efecto que tiene el tráfico de drogas sobre el deterioro del espacio público, particularmente en los barrios más vulnerables, la segunda parte del informe de la Coalición Comunitaria Chascomús dimensiona la percepción de la población general sobre temáticas vinculadas con el narcomenudeo en su entorno residencial, la inseguridad, los imaginarios y posibles causales por los cuales los niños, niñas y adolescentes de la ciudad consumen sustancias.

La mitad de los vecinos encuestados asegura que en la manzana/barrio donde vive tiene problemas de delincuencia/seguridad y de consumo/venta de drogas. Y para casi 6 de cada 10 encuestados, tanto los problemas de inseguridad como el consumo de drogas se han agravado en los últimos cinco años, lo que marcaría una posible relación entre el consumo de sustancias y la percepción de inseguridad.

Para casi 8 de cada 10 encuestados, la sustancia más consumida por los menores de 18 años es la marihuana, no el alcohol. Esto determina una diferencia entre percepción social y evidencia. Para los vecinos de Chascomús, entre los principales motivos por los cuales los menores de 18 años consumen drogas se destaca "amistades y pertenencia a un grupo" (67%), "falta de educación y/o límites" (55%) y “oferta y disponibilidad permanentes” (49%).

Cabe recordar que desde el inicio de su trabajo internacional, Coaliciones Comunitarias Antidrogas de América (CADCA por su sigla en inglés) ha ayudado a crear más de doscientas coaliciones en veintitrés países en cinco continentes. En nuestro país, sólo Bahía Blanca y Chascomús han avanzado en este modelo de prevención comunitaria que conecta a múltiples áreas sectores (gobierno, salud, educación, seguridad, juventud, cámaras empresariales, sociedades vecinales, y organizaciones religiosas, entre otras) para cooperar entre sí y desarrollar planes, políticas y estrategias dirigidos a lograr reducciones en los índices del consumo de drogas a nivel local.

Los datos recopilados por la Coalición Comunitaria Chascomús permitirán contar con una línea de base confiable a los efectos de establecer un marco lógico de acción, realizar un monitoreo y un ajuste periódico de las intervenciones preventivas comunitarias que se definan. También ofrecer un insumo al gobierno municipal local para una mejor comprensión del fenómeno y la definición de políticas públicas en este campo.

Compartir

2 ago 2023

La marihuana no sería más efectiva que un placebo

El cannabis es una de las drogas más consumidas en el mundo. Si bien solo hay unos pocos países donde el cannabis es legal para uso recreativo, muchos más países han legalizado el uso de cannabis por razones médicas.

Reducir el dolor es una de las razones más comunes por las que las personas informan que usan cannabis medicinal. Según una encuesta nacional de EE. UU., al 17 % de los encuestados que informaron haber consumido cannabis en el último año se les había recetado cannabis medicinal. Cuando se trata de la automedicación, las cifras son aún más altas: se estima que entre el 17 y el 30 % de los adultos en América del Norte, Europa y Australia informan que la usan para controlar el dolor.

Aunque el cannabis (y los productos derivados del cannabis, como el CBD) pueden usarse ampliamente para reducir el dolor, aún no está claro qué tan efectivo es para hacerlo. Esto es lo que nuestra reciente revisión sistemática y metanálisis intentaron descubrir. Nuestro estudio, publicado en el Journal of the American Medical Association, sugiere que el cannabis no es mejor para aliviar el dolor que un placebo.

Para realizar nuestro estudio, analizamos los resultados de ensayos controlados aleatorios en los que se comparó el cannabis con un placebo para el tratamiento del dolor clínico. Se incluyeron específicamente estudios que compararon el cambio en la intensidad del dolor antes y después del tratamiento. En total, analizamos 20 estudios en los que participaron casi 1500 personas en total.

Los estudios que incluimos analizaron una variedad de condiciones de dolor diferentes (como el dolor neuropático, que es causado por daño a los nervios y la esclerosis múltiple) y tipos de productos de cannabis, incluidos THC, CBD y cannabis sintético (como la nabilona). Estos tratamientos se administraron en una variedad de formas, incluso a través de píldoras, aerosoles, aceite y humo.

La mayoría de los participantes del estudio eran mujeres (62 %) y tenían entre 33 y 62 años. La mayoría de los estudios se realizaron en los EE. UU., el Reino Unido o Canadá, aunque también incluimos estudios de Brasil, Bélgica, Alemania, Francia, los Países Bajos, Israel, República Checa y España.

Nuestra revisión incluyó estudios que analizaron una variedad de productos de cannabis diferentes. Bukhta Yurii/Shutterstock

Nuestro metanálisis mostró que el dolor se calificó como significativamente menos intenso después del tratamiento con un placebo, con un efecto de moderado a grande dependiendo de cada persona. Nuestro equipo tampoco observó diferencias significativas entre el cannabis y un placebo para reducir el dolor.

Esto corrobora los resultados de un metanálisis de 2021 . De hecho, este metanálisis de 2021 también encontró que los estudios de mayor calidad con mejores procedimientos de cegamiento (en los que ni los participantes ni los investigadores saben quién está recibiendo el principio activo) en realidad tuvieron respuestas de placebo más altas. Esto sugiere que algunos ensayos de cannabis controlados con placebo no logran garantizar el cegamiento correcto, lo que puede haber llevado a una sobreestimación de la eficacia del cannabis medicinal.

Nuestro estudio también reveló que muchos participantes pueden distinguir entre un placebo y el cannabis activo, a pesar de tener el mismo olor, sabor y apariencia. Si son conscientes de que reciben o no cannabinoides, es más probable que proporcionen una evaluación sesgada de la eficacia de la intervención. Entonces, para garantizar que los investigadores observen el efecto real del cannabis, los participantes no pueden saber lo que reciben.

Nuestro estudio también examinó la forma en que los medios de comunicación y las revistas académicas cubrieron los estudios para ver si se relacionaba con el efecto terapéutico informado por los participantes. Hicimos esto porque la investigación ha demostrado que la cobertura de los medios y la información en Internet pueden afectar las expectativas que una persona tiene de un tratamiento.

La presencia en los medios se midió a través de Altmetric, que es un método para evaluar las menciones de un estudio en los medios, blogs y redes sociales. El impacto académico se midió en términos de citas de otros investigadores. Encontramos un total de 136 noticias en medios y blogs.

Clasificamos la cobertura como positiva, negativa o neutral según cómo se presentaran los resultados con respecto a la efectividad del cannabis para tratar el dolor. La gran mayoría de las noticias informaron que el cannabis tenía un efecto positivo para tratar el dolor. Esto significa que la cobertura de los medios sobre el cannabis tiende a ser positiva, independientemente de cuáles hayan sido realmente los resultados de un estudio.

Existen numerosos ejemplos de la relación entre las expectativas de tratamiento y las respuestas al placebo . Si una persona cree que experimentará un alivio de su dolor usando un determinado producto o tratamiento, esto puede cambiar la forma en que terminan percibiendo las señales de dolor entrantes, haciéndoles pensar que su dolor es menos severo. La evidencia reciente sugiere que el efecto placebo puede funcionar incluso si se nos presentan pruebas que contradicen nuestras expectativas iniciales .

No podemos decir con 100% de certeza que la cobertura de los medios sea responsable de la alta respuesta al placebo observada en nuestra revisión. Pero dado que se demostró que los placebos son tan buenos como el cannabis para controlar el dolor, nuestros resultados muestran cuán importante es pensar en el efecto placebo y cómo puede verse influenciado por factores externos, como la cobertura de los medios. Para los tratamientos, como los cannabinoides, que reciben mucha atención de los medios, debemos ser más rigurosos en nuestros ensayos clínicos.

Compartir

Legalizar la marihuana, un tema de espaldas a la agenda de la gente


A menudo se dice que existe una grieta en la agenda pública, un desfasaje entre el conjunto de problemas que verdaderamente preocupan a una sociedad en un momento determinado y los problemas considerados prioritarios por un gobierno. Abundan los ejemplos en torno a temas vinculados con las libertades y la ampliación de derechos (eutanasia, aborto, adopción homoparental, lenguaje inclusivo o la ESI), algunos más arraigados que otros en el imaginario social. Pero en esta breve reflexión voy a detenerme en un debate que a menudo parece zanjado desde los medios de comunicación, pero sobre el que aún existen importantes reparos a considerarlo como una demanda social genuina: la legalización de la marihuana.

Recojo algunos interesantes datos que arroja el segundo informe del Observatorio Pulsar.UBA, que busca identificar las principales posiciones de la sociedad sobre valores públicos en disputa desde una perspectiva de polarización y creencias sociales (ideas que han sido aceptadas o tomadas como verdaderas de acuerdo con algunas razones sociales, y que varían de acuerdo a un determinado contexto). El 64 por ciento de los argentinos está “poco/nada de acuerdo” con la legalización de esta droga. Hilando más fino en la composición porcentual, casi la mitad de la población (47 por ciento) está “nada de acuerdo”.

Si uno se introduce en el análisis de datos según el agrupamiento por franja etárea, nivel socioeconómico, zonificación y pertenencia política, se desprenden nuevas variables que apuntalan la idea de que la agenda sistémica y la agenda de gobierno transitan por andariveles separados, y que existiría un claro sesgo ideológico en la definición de políticas públicas en este campo.

Para empezar, es sumamente particular que no existan variaciones significativas en el rechazo a la legalización de la marihuana en función de la edad. Si bien el mayor desacuerdo se da en los mayores de 50 años, uno podría suponer que son los jóvenes adultos los que expresarían posiciones más favorables a esta flexibilización normativa. Esto no sucede.

Otro imaginario social, que el informe derriba con contundencia, tiene que ver con la vinculación tan común entre uso de drogas, delito y marginalidad. En este sentido, se partiría del prejuicio de que los sectores socialmente más vulnerables son los que debieran expresar niveles de aprobación más altos a la legalización de la marihuana. En contraposición, los sectores de alto poder adquisitivo se expresarían en sentido opuesto. La hipótesis es errónea: el 72 por ciento de los encuestados de nivel socioeconómico bajo está “poco/nada de acuerdo” con la legalización.

Del mismo modo, la mayor aceptación se da en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. La legalización pareciera ser una preocupación esencialmente metropolitana, sin impacto dentro de la agenda de preocupaciones de los habitantes del Gran Buenos Aires o del interior del país.

La última segmentación del estudio “Creencias sociales” del Observatorio Pulsar.UBA. tiene que ver con una dimensión política-ideológica. En este sentido, el votante de Juntos por el Cambio expresa el mayor rechazo y el apoyo más bajo, mientras que el votante de La Libertad Avanza representa los niveles de mayor aprobación. Resulta particular que tratándose de un sector que se referencia en el mismo signo político de un gobierno que ha venido impulsando el renovado “enfoque de derechos” en materia de consumo de drogas, seis de cada diez votantes de Unidos por la Patria están “poco/nada de acuerdo” con la legalización.

Frente a este escenario descrito, resulta claro que existe un posicionamiento ideológico detrás de la forzada instalación en la agenda pública de un tema que no es prioridad para una enorme mayoría de personas en Argentina. Sin embargo, la obstinada persistencia de ciertos actores me empuja a pensar que lejos de tratarse de una cuestión de libertades individuales y ampliación de derechos, lo que existe es una predisposición a crear las condiciones para la expansión del nuevo gran tabaco de este siglo. Está en nosotros quitarle el disfraz progresista a este tipo de iniciativas corporativas, que sólo buscan hacer negocio a costa de la salud de miles y miles de personas.

Columna publicada originamente en INFOBAE
Compartir

1 ago 2023

Apuntes sobre drogas, comunicación y políticas públicas

Hace tiempo se debate sobre el rol que los medios de comunicación deben jugar al momento de contribuir a la prevención del uso de drogas, lo que comúnmente encuadra bajo el parámetro de un factor de protección. Esta discusión, con el paso de los años, se ha tornado anacrónica en función del enfoque que uno escoja para analizar ese pretendido rol social que, aquellos que trabajamos en el campo de la reducción de la demanda, anhelamos impregnarle a las noticias periodísticas sobre el fenómeno de las adicciones.

Mientras escribo estas líneas vienen a mi mente las palabras de un ex jefe de redacción de un importantísimo periodico de la Argentina, para quien la única obligación ética de los medios es ganar dinero. Desde una mirada filosófica-normativa, quizás un posicionamiento personal algo naif que aún me remite a la ética profesional, el amor por la verdad, el servicio del bien común, la independencia de criterio, la libertad, la objetividad y la responsabilidad social compartida, ¿existirá margen para ahondar en esta discusión acerca de cómo deberían ser los medios de comunicación y el desempeño periodístico en relación al tema drogas? ¿Aún queda espacio para la capacitación y la pedagogía formativa, para las recomendaciones de estilo sobre cómo comunicar mejor sobre esta problemática, para fomentar la construcción de una cultura preventiva desde la prensa y con los profesionales del rubro?

No es que se pretenda depositar una expectativa adicional sobre el ejercicio del periodismo. Pero la idea de servicio hacia los demás, como centro de una vocación pública, debería ser una premisa a respetar por encima de cualquier otra exigencia. Sin embargo, no sin cierta desilusión, y fruto de la experiencia acumulada en el campo de la comunicación sobre drogas en estos veinte años, me permito responderme que ya es tiempo de accionar sobre la macro-teoría de cómo son en realidad los medios de comunicación en la actualidad, destejer la enorme complejidad operativa de su funcionamiento, poner a la luz los atravesamientos políticos-ideológicos-económicos del modelo mediático existente y explicar, desde otra perspectiva menos utópica y más cruda, por que qué son tan importantes los medios no sólo en materia de prevención, sino desde la comprensión misma del fenómeno, su problematización y su visibilización pública.

A saber: De forma subjetiva y subliminal, los medios masivos de comunicación juegan un papel trascendental en la conformación de imaginarios sociales, definen la agenda-setting e inciden en la problematización/políticas públicas. Ni más ni menos.

¿Qué entendemos por imaginarios? Son un conjunto de representaciones globales y totalizadoras de una sociedad, donde los valores, las creencias, las ideas, los símbolos y las apreciaciones se integran, cual mojones de comportamiento más allá de las leyes escritas, para definir lo tolerado, lo admitido y lo reprochado en un unas coordenadas espacio-temporales específicas. En este universo mediado, la realidad no es más que un conjunto de creencias socialmente compartidas, como guiones de conocimiento, como patrones interpretativos. Y por ser los principales instrumentadores del acceso público a lo que se considera realidad, son los medios de comunicación los que desempeñan un rol preponderante en la construcción de estos imaginarios sociales.

Aristóteles diferenciaba entre el saber de lo fáctico y lo factible, en tanto conocimiento de lo dado por la naturaleza y conocimiento del hacer por la persona humana. Si lo natural no puede ser de otra manera que como es, las construcciones humanas, en cambio, sí podrían haber sido de otra manera. Pero al haberse elegida una manera, se han desechado otras tantas posibilidades.

Vale el ejemplo. Poco importa entonces si la efectividad del cannabis en términos terapéuticos (beneficios/perjuicios) aún no está debidamente comprobada desde la ciencia, o si a nivel mundial las convenciones mantienen a esta droga dentro de las sustancias sujetas a fiscalización y control debido a su capacidad adictiva. En estos casos ya no importa lo que algo es, sino lo que la mayoría de la gente cree que algo es. Usando lo medicinal como Caballo de Troya para modelar la tolerancia social, en los últimos años el consumo de marihuana ha venido en aumento en todo el mundo. Según el último Reporte Mundial sobre Drogas de la ONU, en el 2020 más del 4% de la población global entre 15–64 (209 millones) han usado cannabis el último año, lo que representa un incremento del 8% en la prevalencia de consumo versus la medición del 2010.

Estamos ante una práctica que hace décadas no era considerada “normal” (resalto el uso de comillas) y hoy es un comportamiento de cierto modo “esperable” a través del filtro de los imaginarios, y que no es pasible de reproche porque se ha naturalizado y extendido.

Otro fenómeno de modelaje en el que incurren los medios masivos de comunicación es el decirnos no sólo sobre qué tenemos que pensar, sino cómo pensar e incluso hasta cómo actuar. Tal es así que la gente sin análisis crítico del discurso periodístico (quizás la mayoría) tiende a incluir/excluir de sus propios conocimientos lo que los medios masivos incluyen/ excluyen de su propio contenido. Por continuar con el mismo ejemplo del párrafo anterior, si cada vez son menos las noticias que hablan de los perjuicios para la salud del uso de cannabis y más las que se publican exaltando los beneficios cuasi panaceicos de esta droga, o incluso las potencialidades de desarrollo económico-productivo de su industria y comercialización, tanto por cantidad como por contenido informativo la determinación de la agenda es evidente.

Por último, existen dos requisitos casi esenciales para que un Estado manifieste una determinada modalidad de intervención en relación a una cuestión que concite la atención, el interés o la movilización de otros actores de la sociedad civil: la visibilización del fenómeno y su problematización. En ambas, los medios de comunicación son actores más que necesarios. Me centraré en la segunda condición, siempre desde un enfoque de políticas públicas sobre drogas.

Un problema es una construcción subjetiva de un observador. Actores distintos entienden y reflejan un fenómeno desde sus intereses y sistema de valores. Pero la realidad es que no todos tienen el mismo acceso a los medios de comunicación para poder darle visibilidad, o bien el tema en cuestión no tenga el valor-noticia necesario para trascender, o bien la línea editorial del medio filtre los contenidos que se oponen a sus intereses ideológicos-políticos-económicos. Todo esto puede suceder en este universo subjetivo en el que el problema del uso, abuso y dependencia a las drogas, paulatinamente, dejó de ser un problema, en una extraña sinergia retroalimentativa que nace en el precoz modelaje de imaginarios, en la definición de la agenda setting, en la invisibilización de la temática “drogas” en los grandes medios de comunicación y en un «Laissez faire et laissez passer» por parte del Estado.

¿Cómo llegamos a este escenario? Me permitiré una hipótesis como cierre (o como nuevo principio). Si el dominio privilegiado de la ideología, el lugar donde ejerce directamente su función, es en el discurso; si el discurso mediático sobre drogas no obedece al azar sino a la intención ideológica del emisor; si los medios masivos de comunicación seleccionan fragmentos de un todo, descontextualizan, contextualizan y los integran en un discurso que, en el caso de la marihuana en especial, conlleva una determinada visión… no es difícil entender qué grupos económicos mueven los hilos invisibles en esta “guerra” que ya no es bélica, sino cultural y comunicacional.

Quien monopoliza el discurso público lo controla todo. Hace años que lo entendieron, y actúan en consecuencia. Jaque mate.

Columna publicada originalmente en lasdrogas.info

Compartir

¿Te interesó el contenido de BITÁCORA DE DROGAS?

A través de una suscripción mensual contribuís al sostenimiento de esta trinchera de reflexión, sensibilización y reconstrucción de cultura preventiva. También podés donar un monto a voluntad utilizando cualquier medio de pago a disposición. Muchas gracias.