
Entonces nos privaríamos de discutir acerca de la silenciosa calibración de mensajes publicitarios (una tendencia mundial) hacia mujeres adolescentes, una población doblemente vulnerable ante el consumo de alcohol por motivos biológicos, no culturales. Atenuar lo amargo, saborizar la expectativa. ¿Acaso la epidemia de vapeadores entre estudiantes secundarios de Estados Unidos no se inicio con la introducción de líquidos que imitan el sabor de la vainilla, de la menta o lo frutado? Nuevos mercados que se amplían bajando la edad de inicio, pescando en peceras prohibidas.
Ahora discutiremos si a las agencias de publicidad les cabe la ley Micaela y la capacitación obligatoria en enfoque de género. ¿Y la protección de los derechos de los niños, niñas y adolescentes? ¿Y la prohibición de publicitar estos productos vedados a los menores de 18 años justamente en horarios de protección al menor? Silencio radio. Te la debo. Lo políticamente correcto y la violencia simbólica suelen ser muy selectivas. El cannabis medicinal es otro ejemplo de colonización ideológica acerca del cual mejor no opinar.
Dice Brahma en su descargo que son respetuosos de las individualidades, y sostienen que se pueda disfrutar de un momento con amigos de la forma en la cual cada uno elija. Error. Desde el momento en el que una cerveza colonizó el slogan "el sabor del encuentro", la libertad de cómo reunirse y cómo divertirse quedó condicionada para siempre en el imaginario popular. Se trata de un andamiaje construido a lo largo de años y años de repetición, afincado en lo más profundo de nuestra identidad como un formateo, una marca de agua. Encontrarse y tomar van de la mano. Diversión y alcohol también. El libre albedrío es bastante relativo en estos casos.

Bienvenido el debate. Bienvenido el cuestionamiento a la forma en la cual la sociedad de consumo se recrea, se expande y logra capilaridad. Pero no circunscribamos las críticas a una problemática de género. Nos estaremos perdiendo una gran oportunidad de discutir lo invisible, lo que ya todos dejaron de ver hace tiempo porque lo han naturalizado. Y nada tiene de normal que los adolescentes beban alcohol de la forma en la cual lo hacen. Hurguemos en las construcciones y mensajes publicitarios sostenidos en el tiempo la explicación a esta epidemia.